Que nada detenga tu espíritu impetuoso

El pasado 3 de mayo se me hizo realidad un sueño, así que permítanme narrarles mi encuentro con la Princesa Roja.

La mañana de ese miércoles empezó como siempre… el cantar de mis canarios pequeñines anunciaban un día inolvidable para mí. Elegí el hupil más hermoso, uno lleno de siluetas de flores, color del vino tinto y de las pitahaya cuando están maduras, tejí mi trenza y alisé bien mi coronilla.

Como es mi costumbre salí emocionada y presurosa con mi música entre las manos, pues conocería y platicaría con la Dama de las Letras. Así que en punto de las doce toque la campanilla que anunciaba el inicio de una tarde épica en el barrio de Chimalistac.

Cruzar el jardín de Elenita, como amorosamente le llama su México, fue como sumergirme entre sus letras una vez más, el aroma de su hogar, el sinfin de sabiduría que se desborda de esas paredes, de sus orquídeas y de esas hermosas rosas amarillas, hicieron que el corazón casi saltara de mi pecho y ahí, en este templo de letras, de verdades y de política, estaba yo, frente a la mismísima Elena Poniatowska Amor. ¡Sí! Puro y profundo amor a la mexicana es lo que hay en ella.

Menudita, frágil, pero a la vez inmensamente fuerte e imponente, con los ojos más hermosos y cristalinos, y una sonrisa cándida, me dio la bienvenida.

Charlamos, reímos y nos contamos nuestras cuitas, hablamos de la música de hoy y sus letras, de la radio o lo que queda de ella… De la televisión olvidada y de lo que aqueja a mi corazón cantante.

De pronto llegó “Vais” su compañero y amigo felino para acompañarnos y presumirnos su pelaje. Pasaron los minutos y le canté su Malagueña: “Que bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas. Debajo de esas dos cejas, que bonitos ojos tienes.”Créanme que a partir de entonces, esta canción siempre se la cantaré a ella.

Podría pasar horas narrando detalles de esta tarde, pues mi corazón y mi memoria se alimentaron de ella, pero no me queda más que decir: ¡ Gracias vida y gracias a mi amada música por tanto!

Y así de emocionada y con espíritu fortalecido, sigo mi lucha por la música mexicana. Besos rancheros y hasta la próxima.