¡¡Zacatlán de las manzanas, vamonos!!

Carretera semivacía, día soleado con algunas nubes, una camioneta se dirige hacia Zacatlán (sí, el mismo de las manzanas) .

De pronto, el conductor se confunde, se le acaba la pila al GPS y toma un camino extraño que le hace perder la autopista y tomar un camino de terracería que pasa por enmedio del pueblo de Apan, Hidalgo; famoso por su pulque que, por cierto, es maravilloso.

Calor, incertidumbre, el día no dejaba de ser espectacular.

La camioneta se detiene y pregunta a un taxi que le ayuda a recobrar el rumbo.

Autopista, certeza, alegría y ojos bien abiertos para no perder el rumbo.

Caseta cerrada por daños, desviación hacia la carretera libre… incertidumbre de nuevo.

¿Qué dice ese autobús? ¡Zacatlán! oportuno seguirlo.

Zona boscosa, curvas, bajadas, subidas, adiós cielo azul, lluvia ligera, un anuncio en el camino: «Bienvenidos a Zacatlán de las manzanas», felicidad.

Continúa la camioneta unos kilómetros más: «Valle de Piedras Encimadas», curiosidad pero no se detiene y continúa otros kilómetros más. El cielo comienza a anunciar tormenta.

Pueblo de Zacatlán ¡Por fin! Se estaciona en un lugar «Posada Don Ramón», deciden quedarse ahí y salen un rato después sin el auto, caminando rumbo al centro del lugar.

¡Aguacero a punto de diluvio! cansancio, hambre, ningún lugar abierto, anuncio: «los molcajetes» ¿probamos? De acuerdo.

Un lugar pequeño, colorido y cálido; 4 salsas diferentes en la mesa, todas deliciosas y enmedio un molcajete con carne de res, pollo y cerdo  y verduras asadas.

Comida, plática y de vuelta a la calle. La lluvia ya paró y todo es humedad, la tarde empieza a desvanecerse.

Plaza  principal de Zacatlán, maravilla ante el precioso reloj floral, puestos de artesanías y comida.

Manzanas hojaldradas «sin lechera, por favor», cuernitos de higo y panqués de blueberry natural (además de manzanas, hay moras y duraznos que son igualmente deliciosos).

Cae la noche y con ella un manto de neblina que cobija el pueblo y le da un aire mágico. café en «el turista», hotel y descansar para el día siguiente.

Mediodía, despertar ¿desayuno? Un pequeño buffet atendido por dos jóvenes muy chambeadores. Huevos, fruta, chilaquiles… ¿qué hacemos hoy? Vamos a Piedras Encimadas.

Hotel, camioneta y carretera de nuevo, incertidumbre y adelante un letrero: «Valle de Piedras Encimadas —–>».

Terracería ¿sí era por aquí? Dicen los pobladores que ya casi, preciso avanzar unos metros más… «Bienvenido al Valle de Piedras Encimadas, puede dejar su coche por allá y la cooperación es voluntaria tanto para el parque como para el estacionamiento».

¿Carreta, caminata o caballo? Caballo y un guía muy agradable.

Bello desde el suelo hasta el cielo, la naturaleza se tomó su tiempo para lograr esas formaciones tan majestuosas y no fue en vano (nota: no desayunen, ahí hay comida y con su consumo ayudan a la cooperativa de pobladores que mantiene el parque).

Una última foto antes de irse ¡calamidad! La memoria se terminó.

Carretera de vuelta y otro anuncio: «tlacoyos y pulque» para el carro y se sientan en una construcción de madera donde hay dos viejitas muy graciosas. Un jarrito de pulque y dos tlacoyos, chiles en conserva y unos frescos ¿60 pesos por todo? ¿Acaso es un sueño?

Carretera, terracería, autopista.

Feria de la manzana ¿por qué no? Artesanías, comida, lodo, rueda de la fortuna, diversión.

De vuelta al hotel, salen de nuevo pero esta vez sin camioneta. Aún hay luz, vagar por las angostas calles del pueblo, riendo y observando todo; café de nuevo, hotel y dormir.

Diez de la mañana, baño y desayuno en el restaurante «La casa de la abuela», visitar el mercado multicolor, el templo franciscano y el templo de san Pedro.

Manzanas, artesanías y unas manzanitas Zacatlán para el calor (los refrescos más deliciosos del mundo, hechos con fruta natural y 100% mexicanos).

Hamburguesas con pan casero, de vuelta al centro y un contingente aparece para tomar lugar en la plaza; trajes de colores y sonrisas sinceras provenientes de muchos lugares del país, desde Yucatán hasta San Luis.

Noche, niebla, manzanas hojaldradas para llevar, café y de vuelta en el hotel porque lloverá fuerte, prepararse para partir el día siguiente, descansar.

Despertar, de vuelta en casa de la abuela, sale la camioneta del hotel y, tras cargar gasolina, carretera de nuevo.

Desviación equivocada.

Incertidumbre ¡perdidos de nuevo! Paisaje fabuloso.

«Prende el waze, a ver dónde andamos» no funciona, preguntar.

Un par de instrucciones después, carretera ¡¿Apan de nuevo?! Será un viaje largo.

Terracería, lodo y de pronto autopista.

¿Caluplalpan? ¡Quién lo diría! varios discos después, Texcoco; ya casi llegamos.

Tráfico, claxons, semáforos, histeria… oficialmente estamos en la ciudad. Desviación hacia la casa.

Estacionarse, bajar todo del carro, quitarse los zapatos y descansar ¡Vaya aventura!

(disculpen las pocas fotos, tomé más pero las he perdido entre las redes de la información)

#LaBruja #RosaMexicana

Rumbo a la aventura!
Rumbo a la aventura!
Perdidos pero con una vista hermosa
Perdidos pero con una vista hermosa
¡Siii, llegamos!
¡Siii, llegamos!
La salvación a nuestra hambre de viajeros
La salvación a nuestra hambre de viajeros
El fantástico reloj floral, único en su tipo
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Allá, a lo lejos, una de las muchas piedras encimadas
Allá, a lo lejos, una de las muchas piedras encimadas
Imponente
Imponente

piedras 3

Un riachuelo que corría en el valle
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Mágica neblina bajando de la montaña
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El portal del tiempo...
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