Introducción.
Desde los años cuarenta del siglo pasado, existe un personaje que es fundamental para cualquier mexicana o mexicano, me refiero a Pedro Infante, nuestro entrañable perico que no deja de cantar.
Pedro Infante fue un hombre fuera de serie, no hay una sola persona de este país que no lo conozca, lo haya escuchado, o visto alguna de sus películas, puede gustarte o no, aún así, Pedro sigue siendo un referente cultural para todos, continúa siendo un emblema de la mexicaneidad y uno de nuestros máximos representantes a nivel internacional.
El ídolo del Pueblo.
Muchas son las razones por las que Pedro Infante se convirtió en el máximo ídolo de México, creo lazos con la sociedad en distintos niveles, una de ellas fue en sus actuaciones como charro.
Después de la Revolución mexicana, los proyectos por crear un nacionalismo y una identidad comenzaron a valerse de recursos como el cinematográfico. Una de las tendencias fueron las películas de charros, con canciones vernáculas y retratando la supuesta vida campirana. Este tipo de cine comenzó a ser muy popular en la década de los años 30 del siglo XX. Un ejemplo de esto es: “Allá en el rancho grande”, con Tito Guizar y Esther Fernández.
Se buscó crear imágenes nacionales para hombres y mujeres, en el caso de las mujeres fue la china poblana, mientras que a los hombres se les adjudicó el charro. En este sentido, Pedro Infante y otras estrellas de la época como Jorge Negrete y Luis Aguilar, por mencionar algunos, se convirtieron en exponentes del género ranchero y la charrería.
El ser charro, es una de las razones que glorificó a Pedro Infante, en muchas de las películas, podemos observar al estereotipo del charro y las características que debía tener. En algunas películas como: “Dicen que soy mujeriego”, “Los tres García” y “La oveja negra”, observamos a un Pedro que sabe florear la cuerda, es hábil en las labores del campo y en los jaripeos, sabe montar a caballo, es mujeriego, enamoradizo, parrandero y toma tequila. En el concepto de la época era un charro en toda la extensión de la palabra.
Otros aspectos que podemos notar, es la gran cantidad de personajes que interpretó a lo largos de toda su carrera, en los que aborda a hombres de diferentes regiones del país, con distintos oficios que lo identificaron como uno más del pueblo.
En “Los tres huastecos”, dio vida a los hermanos Andrade, actuación en la que Pedro se identificó con las personas originarias de la huasteca. El personaje de Pepe el toro, nos muestra a un carpintero humilde, que habita en un barrio pobre de la Ciudad de México y que sufre una serie de desventuras. En “El inocente” y “Necesito dinero”, observamos a un mecánico de escasos recursos, que se esfuerza y estudia por las noches para lograr salir de la pobreza. En películas como “A toda máquina” y “Que te ha dado esa mujer”, observamos a un policía de tránsito, tragón, coqueto y carismático. En “Escuela de rateros”, su última película, Pedro nos regala dos personajes muy distintos, el de un violinista reconocido y el de un humilde panadero; para las escenas en dónde se supone que debía ir en bicicleta con la canasta del pan, realmente aprendió a hacerlo.
Pedro interpretó muchos personajes que la gente los sentía cercanos y se identificaba con ellos. En todos los sentidos y en cada uno de sus personajes, recreó al hombre mexicano cabal y con todos los atributos establecidos en la época. Cuando Pedro Infante falleció, la gente salió a las calles por un verdadero sentimientos de dolor tras su pérdida, el afecto del pueblo hacia él era sincero, porque lo sentían suyo, porque así era y seguirá siendo.
A lo largo de los años, se le han otorgado distintos títulos a Pedro Infante, como El ídolo de México, El inmortal, El inolvidable, El mil amores, pero quizás sólo debería ser “Él”, porque nunca existirá nadie que lo iguale, mucho menos que lo supere. Pedro Infante es eterno. Su carisma, su voz, su talento, todo en él cautivaba al público, y a 61 años de su partida, sigue presente en nuestras vidas, incluso de las nuevas generaciones. Porque es verdad cuando dicen que Pedro Infante no ha muerto, sigue vivo cada que miramos sus películas o escuchamos sus canciones. Sigue enamorándonos.
María del Carmen Aquino Hernández
#LaFandanguerita #RosaMexicana
Fuentes de consulta:
Bartra, Roger (Selección y prólogo), “Anatomía del Mexicano”, México, Plaza Janés, 2002.
Florescano Enrique (coordinador), “Mitos mexicanos”, México, Taurus, 2001.
“El nacionalismo y el arte mexicano”, México, UNAM, 1986.
“Pedro Infante. Medio siglo de idolatría”, México, Ediciones B, 2007.
Infante Quintanilla, José, “Pedro Infante el ídolo inmortal”, México, Océano, 2006.
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