Hoy NO FESTEJAMOS,
Hoy NOS REIVINDICAMOS.
Hoy parece un día común y corriente. La gente va, viene, corre, se empuja, grita, ofende y hasta maldice; en fin… parece un día más.
Hoy quiero invitarte para que no sea un día común, quiero pedirte que salgas a la calle y que observes detenidamente lo que pasa a tu alrededor, hoy especialmente, detente a observar a todas las mujeres que encuentres a tu paso.
Seguramente, las encontrarás de todas las edades, de todas las complexiones; unas contrariadas y hasta afligidas, otras más, risueñas y despreocupadas; así podrás reconocerlas, una por una, mezcladas todas ellas con la multitud, la mayoría difuminadas.
Ahora, intenta desentrañar su sentir o su pensar; intenta auscultarlas como si fueras el más experto de los doctores, pero ten cuidado… no te vayas a sorprender con las increíbles y hasta dolorosas historias que puedas conocer. Mujeres fuertes, exitosas, inquebrantables; pero también conocerás que, en la vida diaria de muchas otras, al día de hoy, aún existen palabras como: golpes, abuso, discriminación, rechazo, explotación y violencia.
Es por eso que el día de hoy, reconocido como “EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER”, es indispensable que empecemos a transformar los vestigios que dejaron nuestros antepasados; es momento de buscar un mundo igualitario, sin importar el sexo de sus habitantes. Es necesario frenar esa violencia irracional en contra de una persona por el sólo hecho de SER MUJER.
Esto no es trabajo de unos cuantos, es un deber moral de los que nos reconocemos como seres humanos.
Hoy no es un día más, hoy no debe ser un día “normal”, hoy no es un día para regalar flores, chocolates o hasta felicitaciones; hoy debemos regalarnos el reconocimiento a nuestra dignidad humana, sin importar el sexo que nos asignó la naturaleza. Las mujeres no debemos luchar por la igualdad, sino por la equidad.
Hoy la mujer debe alzar la voz para ser escuchada, para no ser mutilada, para no ser agredida.
Hoy debemos estar orgullosas y decir ¡Gracias Dios por ser mujer!