Entre Lara y José Alfredo

Rosy Arango llenó de magia el Lunario del Auditorio Nacional, al homenajear a dos grandes de la música mexicana: Agustín Lara y José Alfredo Jiménez.

El pasado 12 de octubre, en una velada que resonó con la pasión y el legado de dos grandes compositores de la música mexicana, Agustín Lara y José Alfredo Jiménez, Rosy Arango llenó de magia el Lunario del Auditorio Nacional.

La elección de la fecha, el Día de la Raza, no podría haber sido más oportuna, ya que celebró el mestizaje y la riqueza de la cultura mexicana, en una noche inolvidable.

Todo comenzó con la participación de «Los Miranda», un cuarteto de jóvenes talentosos que deleitó al público, culminando con una emotiva interpretación de «La Bikina», se trató de un prólogo lleno de emoción que anticipó el gran concierto que se avecinaba.

De pronto, en la pantalla del escenario, aparecieron imágenes que evocaban el México del ayer, mientras que el mariachi Voz de mi Tierra se acomodó en media luna. De pronto, la pantalla pincipal se iluminó con un simulador de televisor de bulbos, transportando a la audiencia a una época pasada.

Cuando la Rosa Mexicana pisó el escenario, la audiencia quedó absorta por su imponente presencia. A los asistentes se les repartió un cancionero para que siguieran al pie de la letra el repertorio. Y así, preparados todos, sonaron las primeras notas de “Farolito”, le siguió “El Rey”, y una lluvia de aplausos con una ovación de pie se hizo presente.

Ataviada con un vestido en negro y fucsia, Rosy saludó al público que esa noche abarrotó el Lunario: «Todo lo que les voy a platicar es un poco verdad y un poco mentira, un poco lo que he leído y lo que me han contado, diversas versiones, esa es la magia de nuestros compositores”, refieriéndose a las anécdotas que contó sobre el “Flaco de Oro” y del “Rey”, cuyas personificaciones aparecieron en el escenario.

Agustín Lara lucía elegante, a lado del piano comandado por Miguel Villicaña; José Alfredo saludaba vestido de charro con su tequila en la mano, mientras Rosy los presentaba. Además, los retratos de Lara y José Alfredo, iluminados por una veladora, reforzaron un ambiente mágico y nostálgico.

A medida que avanzaba la noche, Rosy alternaba entre las canciones de ambos compositores, guiando a la audiencia a través de anécdotas de la vida y de las carreras de estos dos maestros de la música mexicana. Por ejemplo, sobre “Ella” de José Alfredo, contó que María Félix aseguraba que esa canción se la había compuesto a ella, aún cuando existen versiones de que no fue así, fue en realidad escrita a otra mujer que había desairado al mismísimo “Rey”.

Canciones como “Amor de mis Amores”, ¡Qué bonito amor!”, “Aventurera”, “Corazón, Corazón”, “María Bonita”, fueron desfilando por la nostalgía de los fans. Un gran momento se vivió cuando Rosy Arango invitó al escenario a Pablo Ahmad, un músico argentino virtuoso del bandoneón, quien la acompañó en la interpretación de “¡Arráncame la vida!”, que provocó los aplausos de los asistentes.

En “Piensa en mí” un legendario tema de Lara, la guitarra de Adrián Carrillo acompañó a Rosy Arango.

Después de “La Enorme Distancia, de José Alfredo, Los Miranda subieron nuevamente al escenario para cantar junto a Rosy “Se Me Hizo Fácil” y “Un mundo Raro”, provocando los aplausos. Siguieron “Solamente una vez”, “Paloma Querida” y para cerrar con broche de oro “Veracruz” y “Caminos de Guanajuato”, que culminaron con una gran noche.

Fue así como la presentación de Rosy Arango en el Lunario del Auditorio Nacional dejó una huella imborrable, al ser un tributo sincero y apasionado a dos iconos de la canción romántica y ranchera.

Después de una ovación de pie, los invitados se fueron a casa con el corazón lleno de emoción y gratitud, reafirmando que la música de Agustín Lara y de José Alfredo Jiménez vive y seguirá viviendo, gracias a artistas como Rosy Arango.