Introducción
El santo es un personaje mítico para los mexicanos, uno de los más grandes gladiadores del ring que ha tenido nuestro país.
Oculto bajo esa inconfundible máscara plateada se encontraba Rodolfo Guzmán Huerta, quien nació en Tulancingo el 23 de septiembre de 1917. En 1933 trabajaba como obrero en una fábrica textil, labor que compaginaba con su entrenamiento de lucha libre, disciplina que aprendió a la par con sus hermanos Miguel y Jesús.
La fecha exacta de su debut se desconoce, pero en sus propias palabras dijo que lo había hecho a los 16 años en la Antigua Arena México usando el nombre del Santo. Aunque después utilizó otros nombres de luchador como: El Hombre Rojo, Rudy Guzmán, El Incógnito, El Demonio Negro.
Para 1942, Jesús Lomelí quien estaba conformando un grupo de luchadores, todos con ropa plateada le dio tres opciones de nombre: El Santo, El Ángel, o El Diablo. Obviamente Don Rodolfo eligió el de Santo, debutando por primera vez con ese nombre ese mismo año. Comenzó luchando en los Rudos, pero posteriormente se cambió a los Técnicos. Su éxito en los cuadriláteros fue brutal, tenía su propio estilo de lucha combinado con agilidad lo hicieron ser uno de los ídolos favoritos de cuadrilátero.
En 1952 el editor José Guadalupe Cruz inició la publicación de “Santo, el Enmascarado de Plata”, una historieta, la cual fue la primera en tener a un luchador como personaje principal. Esta se publicó hasta los años ochenta.
Hacia finales de los años cincuenta, Fernando Osés le propuso al Santo trabajar en el cine, compaginando ambas actividades, la lucha y el cine. Las dos primeras películas del Santo son: “Santo contra el cerebro del mal” y “Santo contra los Hombres Infernales”. Ambos filmes tuvieron una gran aceptación a pesar de su bajo presupuesto y fueron un éxito, esto dio pie a que se realizaran más películas del Santo. Grabó más de 50 películas a lo largo de toda su carrera.
El Enmascarado de Plata, conservó su máscara hasta su muerte, jamás la perdió. Se retiró en 1982 y falleció el 5 de febrero de 1984 a raíz de un infarto tras una presentación en el Teatro Blanquita, fue sepultado en Mausoleos del Ángel, algunos luhcadores como Blue Demon y Black Shadow cargaron con su féretro.
El Santo, el cine y sus elementos recurrentes.
Dentro del cine de luchadores, se pueden identificar varios patrones que repiten, sobre todo en las películas del Santo, la cuales están permeadas de fantasía, heroísmo, valentía y hasta erotismo. En las 52 películas que filmó, se puede apreciar la misma tendencia en las cuales se mitifica la idea del Santo como super héroe, luchando contra científicos locos, seres sobrenaturales, el crimen organizado o algún asesino.
– En todas las películas se puede observar al Santo demostrando sus habilidades como luchador, peleando contra los enemigos y saliendo victorioso de todos sus combates.
– Entre los villanos a los que se enfrentaba el Santo, también podemos identificar ciertos elementos, como los científicos chiflados, que generalmente eran extranjeros, con nombres difíciles de pronunciar.
– El Santo peleó con muchos seres sobre naturales, en muchas de sus películas podemos encontrar distintos tipos de monstruos, como vampiros, hombres lobo o zombis.
– El Santo jamás se quita la máscara, no importa en que tipo de situación se encuentren.
– Las mujeres hermosas nunca pueden faltar, además de que el Santo tiene distintas parejas.
#LaFandanguerita María del Carmen Aquino
Fuentes de consulta:
Aviña, Rafael, Raúl Criollo y José Xavier Nava. “¡Quiero ver sangre! ¡Historia ilustrada del cine de luchadores!”, México, UNAM, 2011.
Cisneros Ramírez, Domingo, “El Santo como una representación simbólica del hérore a través de los medios de comunicación de masas”, México, UNAM, 2016.
Cuautle Hernández, César, “El Santo en la lucha libre profesional y su propuesta fílmica en el cine de luchadores”, México, UNAM, 2009.
Fascinetto, Lola Miranda. “Sin máscara ni cabellera. Lucha libre en México hoy”, México Marc Ediciones, 1992.
Monsiváis, Carlos. “La hora de la máscara protagónica, el Santo contra los escépticos en materia de mitos”, en “Los rituales del caos”, México, Ediciones Era, 1995.